Medicamentos / Jorge Rachid
A continuación reproducimos una entrevista al Dr Jorge Rachid sobre medicamentos. La misma fue publicada en el diario Tiempo Argentino, el 25-02-14. Ahí se abordan aspectos muy relevantes y necesarios para formarse una opinión integral sobre el tema. A continuación, el texto de la entrevista:
“Los medicamentos son iguales para pobres y ricos”
Para la ANMAT las copias no son medicamentos de menor intensidad clínica. Todas la materias primas se importan.
Por: Edgardo Rodríguez del Barrio
Jorge Rachid, médico de barrio y del trabajo como gusta definirse, es un conocido militante peronista y prestigioso profesor universitario, además de prolífico escritor e intelectual al servicio del campo nacional. T&E lo entrevistó para conocer su posición sobre industria farmacológica y salud pública. Sostiene que “una política nacional de medicamentos no puede ser estructurada al margen de un plan nacional de salud”.
–¿La industria farmacéutica se maneja con sobreprecios en los remedios? ¿Es posible lograr precios acordados como en el caso de los alimentos?
–En primer lugar para acordar cualquier tipo de precios, de cualquier producto, se debe conocer la estructura de costos de los mismos. Costos directos e indirectos que incluyan salarios e impuestos y recién entonces se puede comenzar el proceso de discusión. En el caso de los medicamentos, eso no sucede porque sólo se manejan precios de referencia construidos por la misma industria. Un ejemplo sacado del Kairos, manual de índice habitual que se edita mensualmente: en el últimos mes y medio sacaron tres listas deprecios con oscilaciones del 75 al 31 por ciento. Por lo tanto, si no se utiliza la estructura de costos que sólo puede brindar una empresa testigo de producción pública, en el caso de los medicamentos elaborados en el país, o la información directa de los laboratorios a nivel internacional, se discute a ciegas y con la agenda de la industria.
–¿La fijación de precios máximos a los medicamentos, atenta contra su calidad como sostienen algunos laboratorios?
–Los medicamentos que existen en el vademécum nacional, cuestión que debería rediscutirse por incorporar fórmulas impuestas por la industria, son todos autorizados por la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología), lo cual implica que no existen medicamentos para pobres y medicamentos para ricos. La intervención de la ANMAT desmiente la divulgación realizada por la industria que presenta las copias como medicamento de menor intensidad clínica, propaganda para la que cuentan con la colaboración de médicos cooptados y de cátedras financiadas por los mismos laboratorios. Todas las materias primas se compran en el exterior y a los mismos proveedores tanto privados como públicos, y todas ellas se producen de la misma manera, con la misma tecnología, con mayores controles de calidad gracias a la exigencia de públicos que sufren el ataque permanente de la industria; con "muestras museos" que sirven para determinar el grado de disminución de las propiedades clínicas de las drogas través del tiempo, por lo cual es una falacia la diferencia de calidad en el medicamento, mentira sólo apuntalada por una maquinaria de marketing que termina pagando el paciente en el precio final. Como ejemplo de lo que describo, tenemos casos como el Enalapril, cuyo costo de producción no llega a los 50 centavos por diez comprimidos. El laboratorio Roemers vende con la marca Lotrial un medicamento que tiene por principio activo al Enalapril que en la presentación de 30 comprimidos cuesta más de 40 pesos cuando su costo de producción es de $ 1,50, o sea que los niveles de ganancia impactan sobre el gasto o inversión de la seguridad social, de manera brutal y abusiva.
–¿Cuál es la incidencia de los remedios sobre el gasto total en salud?
–El mayor en el mundo hoy es en la Argentina, ya que gastamos en medicamentos un 32% del gasto total en salud, que en el 2011 fue de 275 mil millones. De ese gasto en medicamentos el 20% es gasto de bolsillo de los pacientes, lo cual significa casi 16.000 millones de pesos que pagan los argentinos en forma compulsiva, porque no manejan la información, son direccionados por el médico, bombardeados por la publicidad sintomatológica, que debería estar prohibida, como en la mayoría de los países del mundo y con una ley que no se cumple como es la ley de Genéricos, que por resoluciones posteriores admite la receta con nombre fantasía, en importantes sectores de los sistemas solidarios que suelen ser ejes de precios del sistema, por su magnitud en afiliados, como son PAMI y el IOMA.
–¿Se podría revertir esta situación? ¿Cuál sería el rol y hasta dónde llegaría el impacto de la producción pública de medicamentos?
–La producción pública de medicamentos (PPM) ha logrado en los últimos años un importante avance con el gobierno de la Dra. Cristina Fernandez de Kirchner mediante la ley 26.688 que declaró de interés nacional la investigación y producción pública de medicamentos, materias primas para la producción de medicamentos, vacunas y productos médicos. Esa ley fue promulgada en el mes de julio de 2011 y aún no fue reglamentada pese a no tener ninguna cautelar; eso sí, circula de ministerio en ministerio en una ronda de nunca acabar. Es importante su reglamentación porque permitirá establecer un registro de los laboratorios de producción pública y fijar como marco de referencia de la producción de medicamentos la propuesta de medicamentos esenciales de la Organización Mundial de la Salud. Es tal la trascendencia de esa Ley, promulgada y aún no reglamentada, que con su vigencia se podrán definir prioridades en líneas estratégicas de producción teniendo en cuenta los perfiles epidemiológicos y estacionales de las regiones de nuestro país. Y no sólo eso, será prioritaria la provisión de medicamentos, vacunas y productos médicos que demande el primer nivel de atención en el marco de la estrategia de atención primaria de la salud.
–La producción pública de medicamentos (PPM) ha logrado en los últimos años un importante avance con el gobierno de la Dra. Cristina Fernandez de Kirchner mediante la ley 26.688 que declaró de interés nacional la investigación y producción pública de medicamentos, materias primas para la producción de medicamentos, vacunas y productos médicos. Esa ley fue promulgada en el mes de julio de 2011 y aún no fue reglamentada pese a no tener ninguna cautelar; eso sí, circula de ministerio en ministerio en una ronda de nunca acabar. Es importante su reglamentación porque permitirá establecer un registro de los laboratorios de producción pública y fijar como marco de referencia de la producción de medicamentos la propuesta de medicamentos esenciales de la Organización Mundial de la Salud. Es tal la trascendencia de esa Ley, promulgada y aún no reglamentada, que con su vigencia se podrán definir prioridades en líneas estratégicas de producción teniendo en cuenta los perfiles epidemiológicos y estacionales de las regiones de nuestro país. Y no sólo eso, será prioritaria la provisión de medicamentos, vacunas y productos médicos que demande el primer nivel de atención en el marco de la estrategia de atención primaria de la salud.
–¿Qué lugar tiene la investigación en esa ley?
–Importantísimo. Por ejemplo, promueve la investigación, desarrollo y producción de medicamentos huérfanos que son los medicamentos no desarrollados ampliamente por la industria farmacéutica por razones financieras, ya que son destinados a un reducido grupo de pacientes, y que, sin embargo responden a necesidades de salud pública. Y no sólo eso, fomenta la organización de un sistema de investigación, desarrollo y producción de medicamentos que articule la actividad de instituciones académicas y científicas con organizaciones de trabajadores y usuarios. Promueve la investigación y docencia, así como la formación y capacitación de recursos humanos y establece como objetivo investigar, producir y desarrollar principios activos vegetales y fitomedicamentos, priorizando las especies autóctonas del país. La ley apunta a la construcción de una nueva racionalidad en la industria farmacéutica que sustituye a la tasa de ganancia individual por el progreso social.
–Importantísimo. Por ejemplo, promueve la investigación, desarrollo y producción de medicamentos huérfanos que son los medicamentos no desarrollados ampliamente por la industria farmacéutica por razones financieras, ya que son destinados a un reducido grupo de pacientes, y que, sin embargo responden a necesidades de salud pública. Y no sólo eso, fomenta la organización de un sistema de investigación, desarrollo y producción de medicamentos que articule la actividad de instituciones académicas y científicas con organizaciones de trabajadores y usuarios. Promueve la investigación y docencia, así como la formación y capacitación de recursos humanos y establece como objetivo investigar, producir y desarrollar principios activos vegetales y fitomedicamentos, priorizando las especies autóctonas del país. La ley apunta a la construcción de una nueva racionalidad en la industria farmacéutica que sustituye a la tasa de ganancia individual por el progreso social.
–¿Puede la producción pública de medicamentos competir en eficiencia con la privada?
–Por supuesto que sí. Recordemos el 2001, cuando los laboratorios privados abandonaron los hospitales públicos frente a la crisis por la falta de capacidad de pago del Estado, poniendo de rehenes a millones de argentinos. Fue entonces cuando la producción pública de medicamentos cumplió un rol que llamaría heroico. Quien tenga un enfermo crónico en la familia sabe de qué hablo. Estamos proponiendo al Estado la centralización de las compras de los medicamentos de alto costo-baja incidencia, importados, centralizados a través de la PPM ya que siempre los termina pagando la seguridad social con sobre precios y cartelizaciones que constituyen en muchos casos una verdadera actitud mafiosa que opera con criterios comerciales tales como "enfermedades nicho", es decir, dolencias de las que se apropian para explotarlas comercialmente al máximo. Es importante esto porque hoy el país tiene un déficit en su balanza comercial de 1700 millones de dólares en medicamentos, que podría cerrarse con políticas racionales direccionadas a evitar intermediaciones salvajes.
–Por supuesto que sí. Recordemos el 2001, cuando los laboratorios privados abandonaron los hospitales públicos frente a la crisis por la falta de capacidad de pago del Estado, poniendo de rehenes a millones de argentinos. Fue entonces cuando la producción pública de medicamentos cumplió un rol que llamaría heroico. Quien tenga un enfermo crónico en la familia sabe de qué hablo. Estamos proponiendo al Estado la centralización de las compras de los medicamentos de alto costo-baja incidencia, importados, centralizados a través de la PPM ya que siempre los termina pagando la seguridad social con sobre precios y cartelizaciones que constituyen en muchos casos una verdadera actitud mafiosa que opera con criterios comerciales tales como "enfermedades nicho", es decir, dolencias de las que se apropian para explotarlas comercialmente al máximo. Es importante esto porque hoy el país tiene un déficit en su balanza comercial de 1700 millones de dólares en medicamentos, que podría cerrarse con políticas racionales direccionadas a evitar intermediaciones salvajes.
–¿Cuál debería ser la política para las enfermedades crónicas?
–Proponemos que a los enfermos crónicos como diabéticos, renales e hipertensos, el Estado les provea gratuitamente los medicamentos controlando la adhesión al tratamiento, lo cual evitaría las complicaciones severas que impactan en el segundo nivel de internación y en casos graves en terapias como el ACV (accidente cerebro vascular), la complicación más importante de la HTA ( hipertensión arterial) o las amputaciones, crisis cardíacas o cegueras de la diabetes, como así también la diálisis en los enfermos renales. La PPM estaría en condiciones de ser cabeza de proyecto en este nivel de compromiso ambulatorio, con la ventaja de poder volcar el 100% de los recursos en I+D (investigación más desarrollo) además de conformar los comités de bioética para el seguimiento de las efectividades clínicas del medicamento.
–Proponemos que a los enfermos crónicos como diabéticos, renales e hipertensos, el Estado les provea gratuitamente los medicamentos controlando la adhesión al tratamiento, lo cual evitaría las complicaciones severas que impactan en el segundo nivel de internación y en casos graves en terapias como el ACV (accidente cerebro vascular), la complicación más importante de la HTA ( hipertensión arterial) o las amputaciones, crisis cardíacas o cegueras de la diabetes, como así también la diálisis en los enfermos renales. La PPM estaría en condiciones de ser cabeza de proyecto en este nivel de compromiso ambulatorio, con la ventaja de poder volcar el 100% de los recursos en I+D (investigación más desarrollo) además de conformar los comités de bioética para el seguimiento de las efectividades clínicas del medicamento.
–¿Cuál es la materia pendiente de este gobierno sobre medicamentos y laboratorios?
–Una política nacional de medicamentos no puede ser estructurada al margen de un Plan Nacional de Salud, y esa es una hipoteca pendiente. La fragmentación producto de 40 años de historia neoliberal como cultura dominante, con el financiamiento del Banco Mundial arrasó los sistemas solidarios, fragmentó los servicios hospitalarios, intrusó al hospital público con servicios privados con objetivo de lucro, desfinanció la prevención y trabajó sobre la enfermedad y la cronicidad que son las que dan ganancias. La salud no rinde a los dueños de la industria farmacéutica. Ya lo dijo el doctor Richard Roberts, premio Nobel de Medicina 1993: "Recibo este premio con dolor, porque cada vez que nos asomamos a la cura de alguna enfermedad, en la investigación nos paraban el financiamiento", más claro imposible. Hay cuestiones que se pueden ir realizando tanto desde el Estado como con la colaboración de entes descentralizados y sistemas solidarios: por ejemplo eliminar el nombre fantasía de cualquier receta, prohibir por ley la publicidad sintomatológica, centralizar las compras de alto costo y baja incidencia, tener un formulario terapéutico nacional elaborado por nosotros recuperando soberanía, como asimismo avanzar en la Unasur que ha hecho propia una propuesta nuestra desde el instituto de Defensa de tomar el medicamento como eje de soberanía, aprobada en Lima en 2012. Eliminar la resolución del anexo uno del ANMAT que permite la entrada de productos aprobados por la FDA de EE UU, la UE , Japón e Israel, cuyos laboratorios usan, con escasos ensayos clínicos, a los países emergentes como campo de acción; discutir a nivel internacional qué son innovaciones y qué son copias, sobre todo en las patentes reclamadas por copias genéticas de plantas con propiedades clínicas que ya conocían nuestros pueblos originarios.
–Una política nacional de medicamentos no puede ser estructurada al margen de un Plan Nacional de Salud, y esa es una hipoteca pendiente. La fragmentación producto de 40 años de historia neoliberal como cultura dominante, con el financiamiento del Banco Mundial arrasó los sistemas solidarios, fragmentó los servicios hospitalarios, intrusó al hospital público con servicios privados con objetivo de lucro, desfinanció la prevención y trabajó sobre la enfermedad y la cronicidad que son las que dan ganancias. La salud no rinde a los dueños de la industria farmacéutica. Ya lo dijo el doctor Richard Roberts, premio Nobel de Medicina 1993: "Recibo este premio con dolor, porque cada vez que nos asomamos a la cura de alguna enfermedad, en la investigación nos paraban el financiamiento", más claro imposible. Hay cuestiones que se pueden ir realizando tanto desde el Estado como con la colaboración de entes descentralizados y sistemas solidarios: por ejemplo eliminar el nombre fantasía de cualquier receta, prohibir por ley la publicidad sintomatológica, centralizar las compras de alto costo y baja incidencia, tener un formulario terapéutico nacional elaborado por nosotros recuperando soberanía, como asimismo avanzar en la Unasur que ha hecho propia una propuesta nuestra desde el instituto de Defensa de tomar el medicamento como eje de soberanía, aprobada en Lima en 2012. Eliminar la resolución del anexo uno del ANMAT que permite la entrada de productos aprobados por la FDA de EE UU, la UE , Japón e Israel, cuyos laboratorios usan, con escasos ensayos clínicos, a los países emergentes como campo de acción; discutir a nivel internacional qué son innovaciones y qué son copias, sobre todo en las patentes reclamadas por copias genéticas de plantas con propiedades clínicas que ya conocían nuestros pueblos originarios.
El artículo se puede ver en: http://tiempo.infonews.com/2014/02/25/especiales-119443-los-medicamentos-son-iguales-para-pobres-y-ricos.php
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